El alivio de la deuda debe marcar un punto de inflexión

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El alivio de la deuda debe marcar un punto de inflexión

Para Malaui y otros 35 países, la noticia más alentadora y el regalo perfecto de Año Nuevo debería ser la indicación del Fondo Monetario Internacional (FMI) de que pueden optar a un alivio de la deuda.

Pero en la actualización sobre el alivio de la deuda en el marco de la iniciativa para los Países Pobres Muy Endeudados (PPME), el prestamista mundial afirmó que la participación de los acreedores en la iniciativa es voluntaria, por lo que el FMI y su «primo» el Banco Mundial seguirán animando a las partes interesadas a participar y a aportar su parte del alivio de la deuda.

Dice en parte la actualización: «Los mayores acreedores de los países pobres, el Banco Mundial, el Banco Africano de Desarrollo, el FMI, el Banco Interamericano de Desarrollo y todos los países del Club de París, han aportado toda su cuota de alivio de la deuda en el marco de la iniciativa Hipc y más allá, pero otros acreedores no lo han hecho».

Para poder acogerse al alivio de la deuda, un país debe poder obtener préstamos de la Agencia Internacional de Desarrollo del Banco Mundial, que concede préstamos sin intereses y subvenciones a los países más pobres del mundo, así como del Fondo Fiduciario para el Crecimiento y la Lucha contra la Pobreza del FMI, que concede préstamos a países de renta baja a tipos favorables. Además, el país debe tener una carga de deuda insostenible que no pueda abordarse a través de los mecanismos tradicionales de alivio de la deuda, y contar con un historial de reformas y políticas sólidas a través del FMI y el Banco Mundial.

El presidente Lazarus Chakwera debe ser el más contento con la insinuación del FMI, ya que en su discurso inaugural ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, pronunciado prácticamente el 24 de septiembre de 2020, hizo un llamamiento a los líderes mundiales para que condonaran la deuda de los países menos adelantados (PMA), entre ellos Malawi. Su justificación fue que los PMA se enfrentaban a retos que requerían un esfuerzo colectivo para superar los problemas agravados por el impacto económico de la pandemia de Covid-19.

Durante una conferencia virtual sobre «Crecimiento en tiempos de crisis: What’s Ahead for Developing Economies» el 15 de octubre de 2021, el ex ministro de Finanzas Felix Mlusu, hablando en nombre de los PMA, también había reiterado la petición de alivio de la deuda. Dijo que entre los principales obstáculos al crecimiento económico se encuentran los altos niveles insostenibles de deuda.

Pero, en aquel momento, recuerdo que el presidente del Grupo del Banco Mundial, David Malpass, advirtió a los países de renta baja, incluido Malawi, que no siguieran endeudándose en exceso con la esperanza de que se les condonaran los préstamos externos, sino que avanzaran hacia la consolidación de las economías centrándose más en las prioridades clave de la mitigación de la pobreza.

Para un país al que en 2006 los prestamistas internacionales condonaron el 90% o 2.600 millones de dólares de su deuda externa de 3.000 millones en el marco de la misma ventana Hipc, es alarmante que 18 años después haya derivado hacia un fuerte endeudamiento.

Pedir prestado no es malo siempre que se haga para inversiones significativas y no para mero consumo. El endeudamiento se considera sostenible cuando el prestatario es capaz de saldar la deuda en el plazo acordado sin verse abocado a la liquidación y la ruina total. Muchas veces el endeudamiento se debe también a que se vive por encima de las posibilidades, lo que lleva a gastar más de lo que se gana.

La disciplina fiscal es fundamental para gestionar y reducir los altos niveles de endeudamiento a fin de mantener la sostenibilidad fiscal y de la deuda. La débil gobernanza, especialmente en el sistema de gestión de las finanzas públicas, y la corrupción siguen siendo motivos de preocupación para Malaui.

El alivio de la deuda previsto liberará naturalmente cierto espacio fiscal y permitirá al país disponer de más recursos. Pero lo que marcará la diferencia es si los recursos liberados se asignan a sectores productivos y de desarrollo.

El alivio de la deuda es un acontecimiento bienvenido. Pero, al mismo tiempo, no es una solución en sí misma a los innumerables retos económicos que asfixian nuestra economía. Habrá que hacer más cuando se conozca la naturaleza del alivio de la deuda. ¿Será una condonación total o los acreedores optarán por hacerla parcial mediante la quita de intereses solamente y similares?

El segundo alivio de la deuda en menos de 20 años debería utilizarse como plataforma de lanzamiento para un cambio de rumbo en la economía, con el fin de sentar unas bases sólidas para la consecución de las aspiraciones de Malawi 2063, la estrategia de desarrollo a largo plazo del país, de convertirse en una nación de renta media rica y autosuficiente.

Los errores cometidos tras el primer alivio de la deuda deben revisarse y encontrar soluciones sostenibles para evitar que se repitan. Sin duda, será una gran vergüenza arrodillarnos de nuevo para pedir la condonación de la deuda dentro de unos años.

Hay que invertir en infraestructuras, especialmente en carreteras y ferrocarriles, que son fundamentales para conectar los principales destinos turísticos y las zonas agrícolas. El ruido y el humo que faltan en la zona industrial de Makata, en Blantyre, deberían volver a ser algo habitual.

En todo lo que hagamos hoy, nuestra generación debería esforzarse por evitar correr el riesgo de hipotecar este país y sus futuras generaciones a los tiburones que un día exigirán su libra de carne.

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